Discalculia: Una dificultad que exige el apoyo de los padres

Los apoderados, en estrecha sintonía con el profesor, tienen un rol activo que cumplir si su hijo ha sido diagnosticado con discalculia. Conozca algunas actividades que ellos pueden desarrollar para ayudar a reforzar las habilidades matemáticas.

Muchos niños tienen dificultades de aprendizaje para la matemática, pero no basta eso para decir que un niño tiene discalculia.

Tal como explica Jaime Bermeosolo, psicólogo y autor del libro “Psicopedagogía de la diversidad en el aula”: “La inmensa mayoría de los niños con problemas en matemática tienen dificultades en esa asignatura que obedecen a fallas de índole metodológica o a falta de motivación en la clase de matemática, pero no son discalcúlicos. La discalculia es un trastorno específico del desarrollo, de base biológica, que afecta seriamente el aprendizaje de la matemática”.

El rol de la familia

Jaime Bermeosolo y Rosa Eugenia Peña, psicopedagoga de Ceril y docente universitaria de la UMCE y la UCINF en las carreras de Educación Diferencial y Educación Básica, coinciden en que al detectar en un niño problemas en el aprendizaje de la matemática, lo primero que deben hacer los padres es preocuparse de conocer el diagnóstico exacto del niño y comunicárselo al profesor/a jefe, para que todos remen para el mismo lado. “Una de las orientaciones importantes que está ahora en boga es no poner tanto énfasis en el problema o déficit del niño, sino en cómo el sistema se adapta para satisfacer esas necesidades, pero para que esto sea posible los profesores de aula, los especialistas y la familia tienen que saber cuál es la condición diagnóstica del niño. Esto es muy importante para no dar palos de ciegos”, explica Jaime Bermeosolo.

Una vez que se tiene claro que el niño/a tiene discalculia, lo más importante es preservar y cuidar su autoimagen, en todos los aspectos: a nivel escolar, al interior de la familia, entre los amigos, etc. Por lo tanto, los padres nunca deben centrar la atención en la dificultad que el niño tiene, porque si eso ocurre evidentemente va a aumentar de manera significativa el problema: él se va a sentir menoscabado en esa área de aprendizaje y en su capacidad de logro, y de esta manera un problema que estaba circunscrito sólo a la matemática se va a extender a otros ámbitos de su vida.

Asimismo, los padres tienen que comprender que para que su hijo pueda superar la discalculia se requiere de una intervención profesional especializada, que no va a ser para toda la vida, sino sólo por un tiempo, el necesario para que pueda adquirir ciertas habilidades que le permitan seguir avanzando en forma normal en su escolaridad.

Actividades de apoyo

Pero, ¿qué pueden hacer en concreto los padres una vez que su hijo ha sido diagnosticado con discalculia? ¿Cómo pueden apoyarlo?

A continuación, cuatro recomendaciones muy concretas, útiles para cualquier niño que se encuentra a nivel de preescolar y en sus dos primeros años de educación básica, pero que adquieren aún mayor importancia si tiene discalculia:

1. Realizar con el menor actividades simples y entretenidas para que comprenda qué es la “conservación de la cantidad” (ir a recuadro 1). Aquí estamos frente a una noción de pensamiento que está en la base del concepto de número y de operatoria, y que los papás pueden trabajar fácilmente con los niños de manera lúdica.

2. Trabajar con “patrones” (ir a recuadro 2), es decir, con secuencias ordenadas de objetos o números, a través de juegos como el tradicional “ludo”. Según la investigación actual, comprender el concepto de patrones es fundamental para desarrollar una comprensión matemática cada vez mayor.

3. Efectuar “clasificaciones de elementos” (ir a recuadro 3), partiendo por clasificaciones simples hasta llegar a clasificaciones más complejas.

4. Reforzar el pensamiento lógico a través de conversaciones (ir a recuadro 4).

Además, los papás pueden trabajar en forma muy significativa con su hijo todo lo que tiene que ver con el pensamiento matemático. “Esto significa imbuir al niño lo más temprano posible en el mundo de los números, que comprenda que la matemática se aplica a diario en la vida cotidiana –explica Rosa Eugenia Peña-. Hay actividades muy simples, como ir juntos al supermercado y darle un poco de dinero y monedas para que compre algo, preguntándole y reflexionando con él acerca de cuánto es el vuelto que deberá recibir al momento de pagar. También se le pueden proponer problemas matemáticos, pero siempre adecuados al nivel de exigencia de su curso, lo que implica reunirse previamente con su profesor/a para que les cuente cuál es el nivel de problemas matemáticos que está trabajando en ese momento”.

El uso de la tabla pitagórica

En el caso de cursos superiores de educación básica, es recomendable que tanto los padres como los docentes permitan que el niño utilice la tabla pitagórica o la calculadora, sobre todo cuando no es capaz de aprender las tablas de mutiplicar. Rosa Eugenia Peña explica que “los niños con dificultades específicas de aprendizaje en las matemáticas o discalculia van a demorarse mucho en aprender las tablas de multiplicar. ¡A veces están en cuarto, quinto, sexto, séptimo básico y octavo básico, y no logran aprenderse las tablas de multiplicar!”

En ese contexto, afirma: “La tabla pitagórica puede ser un apoyo para el niño, tanto en la casa como en el colegio, porque le permitirá poner énfasis en resolver los procesos operatorios. No se trata de no enseñarle las tablas de multiplicar, hay que tratar de hacerlo, pero con cierto grado de flexibilidad: si este mes no logramos que se aprenda la tabla del ocho, dejaremos pasar un mes, y reforzaremos esa tabla al mes siguiente. Pero mientras tanto el niño tiene que estar multiplicando o dividiendo en el colegio y en las tareas que desarrolla en la casa, y se puede apoyar con la calculadora o la tabla pitagórica”.

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